Suceso de jueves

 Constatamos la muerte de nuestro amor con bastante frialdad: jueves, veinte, a las 21 horas y 17 minutos. Se le paró el corazón, nos dijeron. Estábamos de pie, dos extraños ante el hecho. Yo, lloraba; tú, mirabas callado. Ninguno de los dos hicimos gran drama de ello. Yo, apagando las luces que quedaron encendidas. Tú, cerrando con llaves. No fue una noticia extraordinaria. Ningún periódico escribió sobre ello. Una muerte banal, de un amor, como las que ocurren todos los días. Un suceso cotidiano. En el parque, donde fui vestida de luto a acompañarlo en su último camino, se me acercó un niño corriendo y me preguntó:
- Qué es el opuesto de un amor muerto?
- El amor propio!


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