Hemos oído que aquí crece una flor, ¿podemos regarla?

    Ayer fue el Domingo de Resurrección en la iglesia ortodoxa. Este año, por los misteriosos cálculos vinculados al ciclo de la luna que hacen tanto católicos como ortodoxos, se quedaron las dos Pascuas muy lejos la una de la otra. Tanto que mi hijo, de camino a la iglesia rumana, ya no entiende nada:
- “Mama, pero que Jesús resucita en Semana Santa no ahora”
- "Cariño, que es la Semana Santa ortodoxa, que somos un poco diferentes en eso…", y mi voz se queda en segundo plano mientras el, ya está con otra pregunta….sigue sin estar nada convencido…

  A veces me gustaría dibujar para el un globo en el tiempo y hacerle que viva algunas tradiciones que me resultan imposible clonar, imitar o al extremo, inventar, estando en España. La tan especial Semana Santa que vivía yo en el pueblo de mi abuela, en Transilvania. Todos los días de esta fiesta ocurre algo bonito, todo el mundo participa en ello, se preparan, se visten, visitan, esperan…. Un día como hoy, el segundo Día de Pascua, los chicos, como cual peregrinos, van con perfumes a las casas donde viven chicas, amigas, tías, hermanas, novias…para “regarlas”. Llaman a la puerta y dicen: “He oído que aquí vive una flor, la podemos regar?” Y te perfuman con todo tipo de colonias. Mi abuela me contaba que cuando ella era joven, los chicos las regaban, sin mas miramientos, con agua de las fuentes, con cubos enteros de agua. Ahora, se esmeran mucho mas en elegir perfume y algunos hasta te preguntan, ¿prefieres mejor en la muñeca? :). En cambio, nosotras, les ofrecíamos huevos pintados y pasteles hechos por mi tía y mi abuela. Y por cada timbre de la puerta, llevábamos todo el día con la incógnita….vendrá, no vendrá, vendrá….

 


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