Días de agosto

    Esos días tan calurosos cuando Nubecito está disfrutando de las vacaciones en la playa, y yo me quedo sola en Madrid. Con todo el tiempo del mundo….
Cocino, ordeno los armarios,...debería cambiar los cojines del sofá (todos los verano pienso que debería cambiar los cojines ),...cojo el dobladillo del pantalón que llevo pendiente, también el botón del vestido que aún no me he podido poner…
Deambulo por la casa y veo las cosas como si fuera por primera vez… que bonita es mi casa, los cuadros, las velas, los muebles…me reconforta su familiaridad, sus colores tranquilos, su orden … que buenas elecciones.
Me pongo música a tope, bailo un rato hasta que me caigo en el sofá. Pienso en Nubecito. ¡Cómo estará disfrutando con su pádel surf! No le gusta nada la música que yo escucho: “-Pero que música es esta! - me dice siempre, poniendo los ojos en blanco. 
Me quedo tumbada y me duermo. Por un momento, llega un instante de culpa, debería hacer las mil cosas que había planeado para estos días. Recados, papeleos, bancos… Pero me entra el sueño y duermo acurrucada en el sofá , abrazando los cojines que debería cambiar…
Y la biblioteca. Miro los libros como si estuviese en casa de otra persona. Me gustan, me encantan. Algunos ya leídos, algunos esperando el momento. Me siento en medio de la habitación rodeada de libros y voy leyendo de uno en otro. Filosofía, novelas, historia, cuantas joyas me esperan… Debería salir a resolver algunas cosas, me dice mi conciencia. Pero la ignoro. Dejo los libros en medio de la habitación y me acomodo para leer tranquila. Ya en otro mundo, ya en otro universo. 
No hay prisa. No hay nada mejor que hacer...


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