Ella

            Ya es rutina dar vueltas en el duty free cuando estoy en los aeropuertos. Me entretengo mirando las cosas, los precios, algo nuevo…  
    Llevo varios años buscando un nuevo perfume…sin encontrarlo. Tengo yo así, una dificultad en cambiar de perfume, me parece siempre que el mío es el mejor. Me gustan los florales , muy ligeros, muy suaves… una brisa, una insinuación.
    Ayer en el aeropuerto, me pasaba lo mismo, no me gustaba ninguno. Hasta que probé un frasco azul clarito, trasparente. Y me golpeó de repente. Era invierno en Rumania. Nevado, blanco, familiar. Quizás cayendo la noche, quizás rodeada de pinos.. Me invadió por completo. Me fui sorprendida, entretenida en el ajetreo que tanto me gusta de los aeropuertos. Pero volví media hora más tarde, al perfume. Esta vez, me puse una gotita en la muñeca y la estuve oliendo todo el viaje. Increíble la sensación que me inspiraba. Me acompañó como una sonrisa, cada vez que la notaba. 
    Cuando llegué a destino, a la casa de mis padres, al abrazarla, he entendido el motivo de mi emoción… El perfume era mi madre.


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