Mi camino hacia la felicidad. 2.

 “No más llanto, no más queja, éste es el último poema desolado. Cuando dejes de quejarte, tu alma se refrescará. Cuando dejes de llorar, tus ojos se iluminarán.” THICH NHAT HANH

       Hubo dos elementos que fueron clave en mi recuperación desde el vacío donde me había caído. Mi reloj Garmin y el azúcar. Estos fueron mi anclaje conmigo, con aquella “yo” a quién yo quería volver. El reloj Garmin, es un reloj deportivo, negro, de los que no se ilumina, y no es táctil. Pero mide un montón de coordenadas, desde calorías, esfuerzo aeróbico y anaearóbico en un montón de deportes, sueño, estrés, etc. Hacer deporte fue como un acto reflejo de autocuidado y como algo natural en mi vida… desde siempre. Pero en aquella época el deporte se había vuelto obsesivo. Tras tocar fondo, empecé a hacer deporte todos los días (o casi) y si por algún motivo tenía que faltar, me sentía mal y hacía todo lo posible por compensar. No tenía energía y tampoco mucha vitalidad, me sentía cansada, triste, pero la poca fuerza que tenía se enfocaba casi exclusivamente en el trabajo y el deporte. Y el reloj lo medía todo. Me daba las coordenadas para continuar, un paso mas, una actividad más… Me llevó poco a poco hacia la superficie…esa superficie, donde, al menos, empiezas a respirar.
        Dejar de comer azúcar fue una decisión que llegó mas tarde, cuando mi dependencia de azúcar se había vuelto tan alta, que comía a escondidas los bombones de Nubecito … Fue una decisión tajante y repentina, y, al igual que hacer deporte, también lo aplicaba de manera inflexible, obsesiva. No tardé mucho en notarme mejor, menos hinchada y, al menos en el plano físico, volvía a ser más yo.
      Mirando atrás, entiendo ahora que ambas medidas, por su forma extrema de aplicarlas, son compensaciones, son refugio, son control. No controlaba mis horarios, mi tiempo libre, la reacción de los demás, los acontecimientos desconcertante...pero controlaba mi voluntad para hacer deporte y no comer azúcar. Eran mis pequeñas victorias en aquel vacío que sentía. Eran la frontera que había puesto entre mi y el mundo. Un empeño cabezudo que me ató a un objetivo, que se fue materializando poco a poco, y con cada paso que daba, mi confianza subía, y con ella, mis ganas de vivir.

PS 1.
Fue en este época cuando entendí la frase: “No haces deporte para estar bien, haces deporte porque estas bien!”. Agradecida por ello!

PS 2.
Lo curioso de aquella época fue la presión que hace el entorno cuando tomas este tipo de decisiones. Todos sabemos que hacer deporte y no comer azúcar es saludable, es un argumento irrefutable. Aun así, la gente estaba (activamente) empeñada en que probara el azúcar, solo un poco…, y que tanto deporte no puede ser bueno. La sociedad tira de ti hacia el medio , comamos todos igual, excedámonos todos igual, sintamos todos lo mismo…

PS 3.
Gracias a mi amiga Eva por entender mi decisión, y nos llamó "La liga anti-azucar"! Gracias (lo entendí más tarde) por la tarta con dátiles, que me preparó por amor!

PS 4. 
Mi decisión de dejar de comer azucar contagió al menos 4 personas directas a mi alrededor, que, a su vez, también dejaron de comer azucar. El poder de un pequeño cambio...

Comentarios

Entradas populares