Mi camino hacia la felicidad. 1.

        Aún hoy no me explico como se desplomó mi felicidad de repente. Todo en mi vida estaba bien, o muy bien…o simplemente perfecto. Una maravillosa familia, un hijo extraordinario, un trabajo retador y motivante por delante, amor, una buena pareja, buenos amigos, buena salud, buena situación económica, alta confianza, un buen concepto de mí misma… Y me sentía feliz y agradecida… Mi nivel de felicidad siempre había tenido un nivel basal bastante alto, es decir, independientemente de las circunstancias exteriores de mi vida, tenía esta tranquilidad interior, este sentimiento de bienestar, y la certeza de poder hacer frente a los desencuentros de la vida. 
      Y todo esto se desplomó de manera inexplicable. Puedo identificar, sin mucha certeza, como primer detonante, el cambio de trabajo. Dejaba atrás un trabajo de 11 años, y muchos amigos. Nada que no hubiese hecho con anterioridad. Dejé otros trabajos. Dejé colegios, universidades, amigos. Deje toda una vida en Rumania, para venirme a España. Nada nuevo. Y aun así, a partir de este momento entré en una etapa  de estrés continuo, de deadlines, de noches sin dormir, de dudas, de descontento, de cansancio. Se inició en mi interior un dialogo nuevo, de critica, de victimismo, de no poder más, de querer salir corriendo…Tenía mucho frio y tenía mucho sueño… Ya no sentía ilusión en hacer las cosas que habitualmente me ilusionaban. Mi estado empezó a contagiarse a mi relación de pareja, con mis amigos, mi hijo y sobre todo en la relación conmigo misma. NO podía aceptar que no podía gestionar la situación. No podía aceptar que eso me afectaba. No podía entenderme y tampoco perdonarme por no poder, no saber salir de una situación que yo veía de explotación, de entrega total de mi vida al trabajo…Y tampoco lo vi venir. Todo se fue deteriorando lento, pero sin remedio. Un año mas tarde, me vi con 10 kilos más, con indicadores de salud alterados, sin dormir bien, sin energía,  en una relación que se había vuelta toxica y dañina, en un estado de indiferencia hacia la mayoría de las cosas, sin grandes ilusiones y trabajando a todas horas. Todo mi entorno me estaba advirtiendo y aconsejando, recibía señales de alarma…y yo les oía desde mi mundo lejano, pensando que no entendían nada.
    Lo más significativo fue, quizás, que había disminuido mi capacidad de querer. A los demás y a mi misma. Eso lo veo ahora.
    Tardé mucho tiempo en darme cuenta que tenía un problema. En mi cabeza no entraba que yo no hubiera podido gestionar el estrés, la ansiedad. Me negué a ceder, a aceptar…. 
    


Comentarios

Entradas populares