De la culpa al mar

          Era más fácil quedarme en aquella habitación que conocía. Allí había tenido días felices, de calma, de risa. Días predecibles, días planos, por momentos, alegres en otros y tristes también. Por un tiempo, por bastante tiempo, fue un lugar amable, que luego se tornó un escenario de guerra . Guerra de egos, de expectativas no cumplidas, de reproches, de culpables, de victimismo, de dudar de uno mismo…. Donde ninguno éramos lo que queríamos ser, y dónde solo nos agarrábamos a viejas creencias de felicidad. Llegó el momento de dejar atrás aquel lugar. El aire estaba sofocante y mi corazón estaba en alerta continua para defenderme. Lo sentía encogido, como aplastado bajo un peso gris. Cuando empecé a respirar aire puro, aire limpio, me empecé a marear. No sabía que hacer fuera de la habitación conocida. Adónde ir? Con quién? Con qué propósito de felicidad? Por muy bonito que me resultara el nuevo entorno, mi mente me llevaba inevitablemente a la habitación conocida. Quizás era mejor allí? Más segura? Más protegida? Volvía a repasar los patrones pasados…quizás fuera mi culpa?, quizás fuese yo??? Habité un tiempo fuera de la habitación, pero con el pensamiento obsesivo y en bucle...
          Un día me sacudí de repente. No. No era un lugar donde estuviese feliz. No era un lugar donde debía quedarme. Ya no importa si fue culpa mía. Puede. Y qué? Este no es un motivo, ni excusa para habitar lugares oscuros y tristes. Es hora del cambio. De pisar tierras desconocidas. De enfrentar miedos. Y de salir mejor. Mejor yo, mejor tú, mejor los demás. Ando aún con peso en el alma….pero sabiendo que voy hacia el mar...



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