Bunica


     
Por mucho calor que hiciera fuera, la casa de mi abuela estaba siempre fresquita. Me gustaba tumbarme en la habitación del fondo y no hacer nada. Escuchar los ruidos de fuera, el trajín de mi abuela en la cocina, mirar el polvo en suspensión y sentir que el tiempo no pasaba nunca. Era eterno. De este estado de letargia surgieron grandes ideas…utilizar la cortina de la abuela para hacer vestidos de muñecas, tirar globos de agua a los coches a plena velocidad, colgar del cuello de los pollos recién nacidos carteles con sus nombres, subirnos al desván por una escalera precaria, jugar al escondite entre los vagones de los trenes parrados en la estación…😊.  Aquel ha sido siempre el lugar más seguro del mundo. Allí me refugiaba ante cualquier dificultad. Allí es donde se va mi mente y mi ser en búsqueda de sosiego, de protección. Allí es donde están, de alguna manera, los cimientos de quien soy, de como me veo, de como pienso, de como veo el mundo. Mi ciudadela interior.  Allí es donde me busco cuando dudo, y me envalento cuando tengo miedo. Allí están los arroyos limpios de mi mente, lo que sí, lo que no, caminos a abandonar, caminos a escoger, las nuevas aventuras. Allí esta la fuerza de mi abuela y de su abuela… su energía, su poder…que vive hoy en los míos, en mi, en Nubecito... Allí es como entiendes que formas parte de algo mucho mas grande que tú... Ciudadelas dentro de ciudadelas, debajo de ciudadelas, encima de ciudadelas…A mucha honra y orgullo!




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