Pensamientos
El día que fuimos a Comillas, nos alojamos en esa bonita
posada de cuento. Con habitaciones limpias, con muebles oscuros de abuela, sábanas
blancas impolutas, alfombras cálidas a los pies y cortinas blancas con puntillas bordadas. Por la mañana
olía a café recién hecho, y a palabra buena, que el posadero nos dirigía nada más
vernos entrar por la puerta. Habíamos huido de Madrid en búsqueda de unos días
sin estrés, sin trabajo, sin nada más que hacer que descubrir sitios bonitos.
Pero llovía. Llovía todo el día. Al llegar, nos perdimos por las calles del
pueblo, y por error, casi nos metimos en un geriátrico pensando que era la posada. Un edificio que
daba escalofríos… alto, alargado, como en los cuentos de vampiros. Vimos a los abuelos
sentados en las ventanas mirando…(Minutos, horas, días, meses? Qué hay en sus ojos?
Paz? Serenidad? Desesperanza? Añoranza? Nostalgia? Locura? Abandono?)
La terraza de la posada daba justo hacia el terrorífico
geriátrico. Mi vista se topaba con el edificio, cada vez que abría la ventana. Y
apartaba la mirada. Y apartaba la cámara y su objetivo…Ninguna foto. Como si su misma visión me pudiera contagiar la tristeza
que respiraba. Algo se revuelve en mi: pena,... miedo. Cierro
apresuradamente las ventanas, y me entran ganas locas de escuchar música
fuerte, de bailar, de acariciar, de hablar de cosas frívolas, de hacer el amor,
de ser abrazada, de oír un niño reír….Y al fin, antes de apartar por completo
la imagen de mi mente, me acuerdo de una inscripción que he visto en un
monasterio: "Así como sois, así fui yo. Tal como yo soy, así seréis"....
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