Reglamentando



       Y yo, que creía que era una de las privilegiadas que puedan correr en libertad por tu territorio, que puedan inmiscuirse sin reparo en tus silencios, en tus sombras…Yo, que creía que podía andar descalza, como en mi casa, en tu casa, sin necesidad de pedir permiso, sin tener que disculparme o utilizar fórmulas de conveniencia. Yo, que invadía con tanta ligereza por los rincones, y me reía de tus ojos serios, y de lo que a veces me escondías….Yo, que creía en esta libertad mágica que tiene la gente que se quiere…no tan cercana como para no poder decirse la verdad, no tan lejana como para que no se sobresalten ante la presencia del otro… 
     Pero ahora lo vi: el cartel que me prohibía el paso, y leí las normas que dicen que a partir de ahora te tengo que tratar de Usted.

Comentarios

  1. hay veces que es mejor saltarse las normas y/o las señales.........

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  2. Recuerdo un viaje a Estambul. Y concretamente una visita a la Mezquita Azul. Era realmente impresionante. Pero lo que más te llama la atención es la tipología de gente que allí entra. Y todos ellos se pueden resumir en dos tipos. Los que entran a rezar, y los que entran de visita. Es obvio que ambos tipos de gente hacen cosas muy distintas. Los primeros entran con absoluta entrega y devoción. Se sinceran, se arodillan, reflexionan y/o rezan, y se van. Los turistas simplemente permanecemos al fondo, detrás de la valla. Miramos, curioseamos, hacemos fotos, y nos vamos. Pero lo que más me llamó la atención, fue la forma de diferenciar a ambos. Y no me refiero a la pose, la vestimenta, o simplemente si estaban a un lado u otro de la valla. Me refiero a sus piés. Los que entraron a rezar, a darse y a recibir, eran los que iban descalzos. Sólo a estos se les permite acomodarse, porque realmente están en su casa. Sin embargo, la decisión es de cada uno. Es cada uno quien decide si entra a rezar, o no.

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  3. Los hay que se descalzan porque entran en una casa amiga. Con la confianza de ser bienvenidos y bienacogidos ya que en su ánimo esta un interés verdadero, cariño, amor… No hacen fotos, y no van añadiendo esta visita a su lista de viajes. Conocen muy bien el lugar Se van, sí, y luego vuelven... Quizás no recen de la misma manera pero juntan su rezo diferente para el bienestar del lugar.
    Desde que han puesto reglas inflexibles de entradas, les han dicho que solo pueden entrar los que se quedan para siempre encerrados y El Templo en vez de Azul se está tornando cada vez más Gris.


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