La estantería de los intentos fallidos


     Al principio fue una emoción. Una ilusión. El primer capítulo. El momento en el que ella se enamoraba y volvía a ilusionarse con el amor. Un amor platónico, de miradas, de cercanía cargada de magnetismo, de tanteo, de juegos de palabras. El dulce capítulo 1.
    Luego vinieron más capítulos. Y más. Al cabo de los años, el relato se convirtió en un libro grueso de tapa dura. Un libro lleno de silencios. De dudas. Donde las páginas escritas son las que menos te encuentras. Donde las páginas en blanco abundan… y en su impoluto blanco no hay serenidad. Hay dolor, hay añoranza, hay preguntas, hay tortura, indiferencia...
   Cuando parecía que el libro se había acabado, aparecía un capítulo inesperado. Con risas. Con esperanza… Con la promesa de muchos nuevos capítulos. Pero luego se cortaba de repente. Dejaba al lector en la nebulosa del por qué. Del “y si”...
   Hasta que los lectores se cansaron de leerlo. Hasta que ella se cansó de ser parte de ese libro. De buscar entre sus páginas a su amado...
   Lo archivaron con la etiqueta: intentos fallidos. Y nunca nadie más lo abrió.

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