Quedarse es crecer
Es la clase de danza de los jueves por la tarde. Me saca
completamente de mi zona de confort. Tengo un profesor peculiar, que se inventa
cada día las coreografías. Pasos, cajas, saltitos, vuelta… y otra vuelta.
Lo más difícil es recordar la secuencia y darle un mínimo de arte para no parecer un robot. A veces pienso en dejar de ir. Qué necesidad tengo de pasarlo mal, de torturarme, de equivocarme tanto? Pero una vez allí, es tan divertido intentar retener todo, hacer el ridículo, reírse, equivocarse otra vez… Siempre termino la clase con una sonrisa enorme y con una coreografía que me hace sentir al nivel de una bailarina de grandes espectáculos.
Lo más difícil es recordar la secuencia y darle un mínimo de arte para no parecer un robot. A veces pienso en dejar de ir. Qué necesidad tengo de pasarlo mal, de torturarme, de equivocarme tanto? Pero una vez allí, es tan divertido intentar retener todo, hacer el ridículo, reírse, equivocarse otra vez… Siempre termino la clase con una sonrisa enorme y con una coreografía que me hace sentir al nivel de una bailarina de grandes espectáculos.
Durante esa hora, estoy solo allí. Mi mente atenta, curiosa,
presente, satisfecha. Finalmente, me siento feliz.
Y el siguiente jueves, me vuelvo a preguntar: que hago yo allí? 😚
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