El vestido negro

Nunca lo llegaste a ver. 
Está colgado en el armario, apartado y orgulloso, para no mezclarse con los demás. Lo había comprado para llevarlo el día de mi cumpleaños. Ese día que iba a ser tan especial y en el que se estropeó todo.
Era ligero, de verano, negro y largo, hasta los tobillos. Sus tirantes eran finos, y la abertura lateral, atrevida, cruzaba la rodilla derecha y ascendía hasta los muslos.
Pensaba llevarlo con un cinturón para ceñirlo a la cintura, pero en aquel momento creí que te gustaría más suelto, para que pudieras ver cómo se movía sobre mi cuerpo al andar.
Nunca me lo puse. No he podido verme vestida con él entre otras personas. Tenía entre sus hilos ligeros de verano demasiados pensamientos sobre ti. Casi tus manos. Casi tus besos. Casi tus caricias. Casi una noche de lujuria.

Pero nunca lo llegaste a ver.



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